Cuando el entorno te cambia
26/08
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios…” 1ª Corintios 15:33-34
¿Es posible que una simple conversación con la persona equivocada se corra el riesgo de apartarnos del camino en el cual fuimos enseñados? La respuesta es ¡SI! Y tenemos ejemplos simples de ello como lo fue la conversación que tuvo Eva con la serpiente en Génesis 3:1-7 que la llevó a hacer justamente lo opuesto a lo que Dios les había hablado primeramente; tanto es así que Dios mismo le reprocha esto en su conversación con Adán diciéndole: ¿Quién te “enseñó” que estabas desnudo” (V.11) Una simple conversación con alguien equivocado hizo cambiar de parecer al hombre respecto a lo que Dios le había hablado.
Un dicho común entre nosotros reza: “dime con quién andas y te diré quién eres”; y si nos remitimos a la palabra de Dios, el nos advierte algo similar: Prov. 13:20 “el que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”; Prov. 21:23 “el que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias”. Podría citar muchos mas ejemplos, pero prefiero cerrar con un sabio consejo para que tengas en cuenta al momento de elegir con quien vas a pasar tiempo conversando, ya que puedes correr el riesgo de que contaminen, perviertan o arruinen los hábitos morales, enseñanzas que recibiste de tus mayores y de Dios mismo: “cesa hijo mío de oír enseñanzas que te hacen divagar de las razones de la sabiduría” (Prov. 19:27)
Pedro caminó sobre las aguas después de haber tenido ”una charla” con Jesús (la persona indicada) en medio de un mar agitado por las olas; un etíope se bautizó después de tener “una charla” con un tal Felipe que le habló de Cristo. Procura por tanto conversar mas con Dios quien siempre tiene un consejo para darte; y si te sientes solo y no tienes la persona adecuada a tu lado y conversas contigo mismo; recuerda y no hagas como el hombre rico quien “estando bien” se dio a sí mismo un “mal consejo” (Lucas 12:16-21); sino haz más bien como el hijo pródigo, que “estando mal”, comiendo comida de cerdos lejos de la casa de su Padre, se dio a sí mismo “un Buen Consejo” (Lucas 15:17-24).
Amigo/a que lees estas reflexiones: debemos preguntarnos a nosotros mismos y a nuestra familia: ¿con quién pasamos tiempo conversando? ¿de qué conversamos? ¿cómo son esas conversaciones? Meditemos sobre esto, ya que una buena conversación trae frutos de bendición y pongámonos en la brecha por nuestros hijos, por nuestra familia, que está siendo contaminada por ideas y pensamientos contrarios a lo que les enseñamos a la luz de la palabra de Dios y oremos y velemos por ellos