04/12

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial; mas sino perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (Mateo 6:14-15)

La palabra es sencilla y muy clara al respecto, no existe velo en ella ni requiere una revelación especial ya que la advertencia que hay en este mensaje es tan simple como “lo que das es lo que recibes”. Si doy perdón, recibo perdón del padre Celestial hacia mi; mas si  no doy perdón, tampoco recibo perdón de él. Si tuviese rencor en mi corazón hacia los demás, sin importarme el tamaño de las ofensas que me hicieron, estoy abriendo mi corazón para que entren otros espíritus malos de rencor y falta de perdón. Puedo mencionarte siete espíritus que son semejantes al rencor, pero que son aun mas malos que éste: el resentimiento, la mala voluntad, la envidia, el odio, la venganza, la malicia, la amargura. ¿Reconoces alguno de ellos en ti o en algún ser querido? ¡Ten cuidado!  Dios nos ha dado el don de perdonar y este es ILIMITADO, pues Jesús me ha ordenado que perdone si es necesario “setenta veces siete” Dios nos dotó  de una capacidad sobrenatural para el perdón. Al margen de si alguien te pide perdón por su ofensa, debes proponerte en tu corazón poner todas las ofensas bajo la sangre de Jesús y perdonar.

¿Cómo podemos liberarnos del rencor o la falta de perdón, y cómo podemos hacer para resistir esos  malos espíritus? El apóstol Pablo, en su carta a los Efesios exhorta a los cristianos a quitar de ellos toda amargura, enojo, ira, gritería, malicia y maledicencia;  a ser benignos unos con otros, misericordiosos y a  perdonar los unos a los otros de la misma manera en que Dios les perdonó en Cristo Jesús. La bondad es un fruto del Espíritu, la cual, cuando va unida a la misericordia, nos permite perdonar a todos aquellos que nos han ofendido. Asi como Dios me perdonó en Cristo. El secreto está en ese inmenso AMOR de Dios capaz de mirar a los demás con miradas llenas de tierna misericordia y compasión. ¡Danos oh Dios de ese amor para amar y perdonar a todos sus ofensas!

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