El clavo y el martillo
30/06
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Un día el clavo le dijo al martillo: ¿Por qué siempre eres tu quien siempre me golpea? El martillo respondió: No lo hago por hacerte daño, lo hago por ayudarte a cumplir tu propósito. Pero duele! Dijo el clavo. -Lo sé! Respondió el martillo, pero sin ese golpe nunca entrarías en la madera, nunca serías útil, nunca sostendrías nada. ¿Y tu no te cansas de golpear? Preguntó el clavo. -Claro que si, respondió el martillo. Pero vale la pena cuando sé que gracias a eso tu estás cumpliendo tu misión. El clavo se quedó en silencio un momento y luego dijo: con una sonrisa: Gracias por empujarme, aunque duela, gracias por no dejarme a medias. A veces la vida nos golpea, no para destruirnos sino para colocarnos en el lugar donde debemos estar. El dolor también puede ser una forma de avance.
Si algo debemos tener por seguro aquellos que sabemos a Dios como nuestro Padre es que él nunca nos abandona, el nos cuida como el pastor a sus ovejas, y que todas las cosas, aun las malas o negativas, nos ayudaran para bien y tarde o temprano entenderemos esto pues Dios mismo nos lo hará saber. Dice el Salmo 23: El Señor es mi pastor, nada me falta…Aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Y en el libro de Romanos 8:28 Pablo nos anima a confiar en que Dios puede usar incluso las situaciones más difíciles para nuestro bien porque dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Por tanto, te animo a que en vez de quejarte por los golpes que te da la vida, le pidas a Dios que te muestre su propósito con todo esto que te acontece, que te de la fuerzas para soportarlo o sobrellevarlo y te enseñe el fin de estas cosas para poder cumplir con lo que Dios te ha llamado a ser.