¿Necesitas perdon?
18/06
Cuando traemos a memoria la oración que Jesús enseñó a sus discípulos cuando éstos le pidieron que les enseñara a orar, advertimos una declaración que si no entendemos nos condena: “Y perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos …” ¿Y si no he perdonado? ¿en verdad perdonamos a todos? ¿podemos reclamar perdón si no perdonamos? Un día, mientras iba en mi moto con mi hija a visitar a mi esposo en el hospital donde estaba internado, de pronto una pareja y su pequeño/a (solo pude saber que era una criatura pequeña) se sitúan con su moto al lado de la nuestra tan cerca que me paralice pues no entendía que estaba pasando. Llevaba mi cartera entre mis piernas apenas apoyada en la base aprisionada por mis pies. Así en movimiento como estábamos, empezaron a forcejear manoteando mi cartera. Fue todo tan rápido, imprevisto que me atonté y no salía gritos de mi garganta pidiendo ayuda, ni reaccionaba con los cambios de la moto. Todos mis sentidos y reacciones quedaron anuladas porque me paralicé. Tampoco mi hija atinó a nada, solo a gritar algo y enojarse sobremanera con esta pareja que ni siquiera le importó exponer a un posible accidente a esa criatura. En esa cartera tenía todos mis documentos personales, tarjetas, obra social, el sueldo recién cobrado que llevaba por si debía comprar algún remedio, en fin. Estaba tan pero tan enojada con los ladrones que solo quería que Dios les hiciera pagar de alguna manera el daño tan grande que me ocasionaban. En lugar de orar para perdonar, estaba orando para que esas personas tomaran el dinero y descartaran la cartera con el resto de los carnet de obra social y los documentos nuestros. Que me evitaran el trámite engorroso y lento para conseguir nuevamente esa documentación. Intentaba perdonar, como nos enseña la palabra, pero mis palabras no eran sinceras. Pude entonces darme cuenta de que debía analizarme a mi misma respecto a MIS pecados, antes de fijarme en el pecado de los demás. Me dí cuenta que mi lista de pecados no era nada corta, finalmente comprendí que soy tan pecadora como las personas que robaron mi cartera. Jesús murió por todos, incluso por ellos, sólo que quien tenía conciencia de esto era yo mas que ellos. Esto me ayudó a perdonar y empezar mi proceso de sanidad.
En el libro de San Mateo 6:15 dice así la palabra de Dios: “Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”