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no pierdas la alegria

26/05


“Con mi pensamiento en Cristo, puedo superarlo todo”

 

Segada por la angustia de tantos problemas de índole personal, situaciones económicas de mi empresa y disgustos con mi hija, no entendía por que la angustia invadía mi vida. Estaba entrando en momentos de depresión que no eran buenos para mi salud. Mi rostro se veía cansado, porque no dormía bien y las noches eran tormentosas. Como siempre, asistí al culto del domingo y la predicación del pastor de mi iglesia fue sobre “no perder la alegría” Me parecía como si todo lo que hablaba era para mí. Reflexioné en cada una de sus palabras y acepté que efectivamente había perdido la sonrisa, la alegría en las cosas mas simples y sencillas; se había afectado la luz de mi rostro. Cada una de sus palabras llenaron mi mente, pero sobre todo se quedó esta frase: una persona sin Cristo no experimenta la dicha de Dios. Pero ya era su hija, lo había recibido y me había bautizado. Comprendí que mi error era no descansar en él. Desde ese momento cambié de actitud. A partir de esa semana las cosas comenzaron a solucionarse.

En el libro de Filipenses 4:4-9 dice así la palabra del Señor: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis de mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.” 1° Tesalonicenses 5:16 lo resume de la siguiente manera: “Estad siempre gozosos” Es cierto que ninguna prueba, dificultad o problema que debamos atravesar son causa de gozo o de alegría siquiera; pero aprendemos de Dios que sus tiempos, sus caminos, sus pensamientos nada tienen que ver con los nuestros porque para vivir, él nos pide morir; para crecer primero tenemos que menguar; para recibir primero tenemos que dar. Confiar en Dios y descansar en él , no es tarea fácil, porque todo queremos conseguirlo ya; pero trae su fruto apacible obedecerle en todo, y todo tiempo.  

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