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si quieres que tu hijo vuele alto

25/05


Criar a un hijo no es fácil. De hecho, una de las mayores responsabilidades que Dios nos ha dado es criar a los hijos educándolos con amor, paciencia y disciplina, guiándolos en el camino del Señor para que crezcan con valores sólidos y un corazón dirigido a Dios. Un padre sabio instruye a sus hijos en la palabra de Dios, les enseña con su ejemplo y los corrige con amor. La obediencia, el respeto y la disciplina son fundamentales en la forma de los niños, y cuando se siembran principios bíblicos en sus corazones, estos darán fruto en su vida adulta. No es cuestión de que todo sea cómodo. De hecho, es todo lo contrario. Un claro ejemplo para ilustrar la tarea de los padres sobre los hijos la encuentro en el comportamiento de las águilas. Cuando los aguiluchos nacen, el nido está lleno de plumas y hierbas suaves, tienen un lugar donde pueden descansar, donde se sienten seguros. Pero cuando llega el momento en que deben aprender a valerse por sí mismos, el águila saca todo eso. Solo deja espinas porque las espinas incomodan, y esa incomodidad es necesaria. Ellos no se quedan allí esperando que todos les sea servido. Las espinas los obligan a buscar un mejor lugar, a crecer. La comodidad no les enseña nada. Llega el momento en que el águila los lanza al aire. Al principio caen porque el viento les gana, pero ella los rescata, los levanta con sus garras y los lanza de nuevo, una y otra vez, hasta que aprenden a volar por si mismos. Después los deja ir, ya no los ayuda mas. Las personas, por el contrario, muchas veces solapan la dependencia. Sus hijos no aprenden “a volar” no aprenden a ser fuertes por si mismos. Mantienen a sus hijos en un hogar suave y seguro todo el tiempo. Los cuidan demasiado, pretenden mantenerlos “en sus nidos” por siempre, pero así no les están enseñando nada. Y la verdad es que ellos deben encontrar su camino. ¿Acaso se trata de hacerlos sufrir? De ninguna manera. Es aprender. Aunque les duela, lo mejor que pueden hacer es enseñarle a ser fuertes, no retenerlos, no apapacharlos todo el tiempo. Permitirles volar, siempre con la supervisión necesaria para que en el intento no se golpeen, no se dañen, ni mueran en el intento. Si quieres que tu hijo vuele alto…No lo hagas todo por el. No lo mantengas en un nido de comodidad. Haz como las águilas, déjalos enfrentarse a las espinas, no tengas miedo de verlos caer. Tú, como el águila, estarás ahí para levantarlos, pero no los mantengas bajo tus alas por siempre. Déjalos enfrentar el viento, déjalos aprender a ser fuertes. El amor verdadero no es protegerlos de todo, es enseñarles a volar.  

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