Contacto

Abraham, el amigo de Dios

14/11


“ Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vió, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo…” (Génesis 18:1-10) Si bien en la palabra de Dios leemos de muchos encuentros entre hombres y ángeles, sin embargo, este es único. No hubo trompetas, no hubo truenos ni visiones. Hubo una mesa y comida. El cielo se sentó en el hogar de un hombre: Abraham. Qué privilegio saber que Dios visita casas donde hay fe, honra y obediencia. Abraham no estaba orando, ni cantando. No estaba en un momento espiritual sino a la puerta de su tienda descansando. Era Dios manifestándose en lo cotidiano de un hombre, cuando su corazón estaba abierto, disponible y la prueba está en que Abraham reconoce con solo levantar la vista que estos que venian de camino eran especiales, porque corrió hacia ellos, no esperó, no dudó. Hay personas a las que Dios les habla, pero no lo ven, hay momentos en que el cielo pasa, pero no lo reconocen. Abraham corre, se inclina, les sirve, prepara comida, busca el becerro mas tierno y ordena a Sara que amase panes frescos. Abraham no da lo que sobra, dá lo mejor. La presencia de Dios descansa donde hay honra, la honra atrae revelación, bendición y promesas. Después de comer hablaron, la promesa vino después de la comer. A veces la bendición de Dios no sucede solo por orar, suceden cuando le permites a Dios quedarse en tu casa. La palabra profética se liberó sobre un corazón que primero supo honrar. Hoy Dios sigue visitando hogares, Dios sigue esperando mesas preparadas. La palabra de Dios nos enseña que en el hospedar hay bendición puesto que muchos hospedaron ángeles sin saberlo. Dios sigue buscando corazones abiertos, atentos, dispuestos a tener un encuentro con Dios.

Ver todas