El profeta que desobedeció a Dios
14/11
Una de las historias de la Biblia que nos sacuden es la que se encuentra en 1° de reyes 13, donde un profeta verdadero termina siendo muerto por un león, y lo mas sorprendente es que el león no destruyó el cuerpo del profeta ni comió al asno que con él estaba. ¿Por qué Dios permitió que un hombre que él mismo envió fuera castigado tan severamente? Para Dios, la obediencia es mas importante que los dones, el llamado o los milagros. Para ese tiempo, Israel estaba dividido. Jeroboam era rey de las diez tribus del norte, y para evitar que su pueblo fuera a Jerusalén, inventó un sistema religioso falso. Levantó un altar en Betel, con becerros de oro, repitiendo el mismo pecado de Exodo 32. Dios envió un profeta anónimo (llamado simplemente el varón de Dios) para dar un mensaje directo: “¡Este altar será destruido! Y un día nacerá un rey llamado Josías que barrerá con esta idolatría.” (1° Reyes 13:2) El profeta obedeció y cumplió con su misión con autoridad. Incluso ocurre una señal: La mano de Jeroboam se seca cuando intenta tocarlo, y luego el profeta la restaura en oración. El varón de Dios caminaba en la voluntad perfecta de Dios. Antes de ir, Dios le dá una orden muy clara: “No comas pan, no bebas agua, y no regreses por el mismo camino.” (1° Re. 13:9) Sin embargo, como toda misión sagrada incluye instrucciones sagradas, es de esperar que la prueba vendría para el varón de Dios si habría de cumplir o no estrictamente como le fue dicho por el Señor. Un profeta anciano de Betel escucha lo que pasó y va tras el y le dice: “Yo también soy profeta” Un ángel me habló y me dijo que lleve a mi casa para que comas” (V.18), mas mintió. El varón de Dios, cansado tal vez, con el corazón tierno hacia un hermano ministerial, desobedece la orden directa de Dios para obedecer la voz de un hombre. Mientras comen, Dios habla ahora por el profeta anciano: “Por cuanto desobedeciste el mandato de Jehová, tu cuerpo no entrará en el sepulcro de tus padres. (1°Re. 13:21-22) Al volver, un león lo encontró en el camino y lo mató pero no lo devoró. Tampoco mato al burro. El león simplemente se quedó parado, como si dejara un mensaje público, una predicación silenciosa. Esta historia nos enseña que la obediencia vale mas que la unción. Aunque esté el llamado, la autoridad y aun el poder para hacer milagros, la desobediencia no lo salvó. También nos muestra que no todo el que dice “Dios me dijo” habla de parte de Dios. Incluso gente con experiencia espiritual puede estar confundida, equivocarse, manipular o mentir, como lo hizo el profeta anciano. La voz de Dios nunca contradice la Palabra de Dios. Por tanto, la voz de Dios no se negocia, no se modifica, no se mezcla. No escuches a quien te dice algo diferente de lo que Dios ya te habló. “…yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”(1° Samuel 2:30)
