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Febe, una mujer con propósito

14/11


“Os recomiendo además a nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.” (Romanos 16:1-2) ¿Quién no querría presentarse en algún lugar con semejante recomendación? Esta carta habla mas que por los hechos mismos. ¡Ser recibida cual si fuera un santo…y ser ayudada en todo! Febe vivía en Cencrea, un puerto cercano a Corinto en la antigua Grecia, una ciudad comercial e importante del imperio Romano. En ese lugar existía una iglesia cristiana y Febe servía en ella con un rol de liderazgo. Cuando el apóstol Pablo escribió su carta a los romanos, estaba en Corinto y confió en Febe la misión de llevar esa carta hasta Roma. Es decir, ella fue la portadora de la epístola mas profunda y doctrinal del Nuevo Testamento. Este detalle, aunque parece pequeño, muestra cuánta confianza y respeto tenía Pablo hacia ella. La palabra que Pablo usó para describirla es “diákonos”, la misma que usa para describirse a sí mismo y a otros siervos de Cristo. Esto significa que Febe no era solo una ayudante, sino una sierva oficial y activa del Evangelio, probablemente una líder de servicio o ministro dentro de la iglesia de Cencrea. En ese tiempo las diaconisas visitaban enfermos, ayudaban a los pobres y asistían a las mujeres que se bautizaban o necesitaban enseñanza espiritual. La palabra griega para “ha ayudado” (postátis) se refiere a una persona protectora o benefactora. Esto sugiere que Febe apoyaba económicamente y espiritualmente a la iglesia y a Pablo mismo. Era una mujer de recursos, de influencia y de gran corazón. Dios se ha valido también de mujeres para misiones trascendentales. Ella fue mensajera del Evangelio. El servicio también es liderazgo. No todos los llamados son a predicar, pues como la palabra misma nos enseña que somos miembros de un solo cuerpo, ni todos los miembros son iguales ni todos cumplen la misma función. Así Febe sirvió con amor, con sus recursos y fidelidad sosteniendo la obra de Dios. Febe nos inspira y demuestra que las mujeres pueden tener un rol activo, digno y esencial en el cuerpo de Cristo sirviéndole con humildad y autoridad espiritual. Cuando muchos hoy buscan la fama, ser usados en milagros o discursos bonitos e inspiradores, a través de Febe aprendemos servir a Dios con corazón generoso y fiel. La grandeza del Reino de Dios no depende de la visibilidad, sino de la fidelidad hacia Dios en lo que él nos mande. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1° Cor. 15:58)

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