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Las bendiciones que vienen del Desierto

06/11


“Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probarte y saber lo que había en tu corazón, si guardarías o no sus mandamientos.” Deuteronomio 8:2 esto es parte del discurso de Moisés al pueblo de Israel antes de entrar a la tierra prometida. Dios les recuerda cómo el desierto fue una etapa necesaria en su proceso de formación como nación santa. ¿Cuáles son las bendiciones que nacen en el desierto? Una de ellas es la humildad: “para humillarte” El desierto enseña que no podemos depender de nuestras fuerzas. Cada prueba no era castigo sino procesos divinos que revelan lo que verdaderamente hay en el corazón. Otra de esas bendiciones es la obediencia sincera: el desierto revela quien sigue a dios por convicción, no por comodidad o porque otros te inducen o te llevan. La tercera bendición es la dependencia total: el mana diario y el agua de la roca muestran que Dios provee incluso en la escasez. Muchos ven del desierto como pérdida o retraso (lo que debiera lograrse en 40 días, tardó 40 años); pero en Dios es un tiempo de formación enseñanza y revelación. No podían entrar a esa nueva tierra de bendiciones arrastrando todo lo que habían aprendido en Egipto. Solo desde el desierto podemos aprender lecciones que la abundancia no enseña. La bendición no siempre es material, sino transformación interior. “Por eso la atraeré al desierto y hablaré a su corazón” (Oseas 2:14) el desierto es el taller de Dios. Allí El forma, purifica, y prepara a sus hijos para la bendición verdadera y duradera. La mayor bendición no es la tierra prometida, sino el corazón transformado en el camino.

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