El adoquín
25/10
Un joven y exitoso ejecutivo conducía a toda velocidad su auto Jaguar último modelo. De repente sintió un estruendoso golpe en la puerta, se detuvo y al bajarse vió que un adoquín le había hundido la carrocería de la puerta de su lujoso auto. El joven, muy enojado agarró por los brazos a un chiquillo, lo empujó contra el auto gritándole: - ¿Qué crees que haces con mi auto? ¡es un auto nuevo y ese adoquín que lanzaste va a costarte muy caro! ¿Por qué hiciste eso? -¡Por favor, señor, lo siento mucho! No sabía qué hacer, dijo el niño. Le lancé el adoquín porque nadie se detenía. Las lágrimas caían por sus mejillas, mientras señalaba hacia la otra calle. -Mi hermano tropezó, y se cayó de su silla de ruedas. Se cayó al suelo y no puedo levantarlo. Sollozando le preguntó al joven: -¿Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su silla? Se ha dado un fuerte golpe y pesa mucho para mi solito…soy muy pequeño. Avergonzado y emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó al joven del suelo y lo sentó nuevamente en su silla de ruedas; sacó su pañuelo de seda para limpiarle las heridas y después de ver que se encontraba bien, se incorporó para irse. El niño, con una gran sonrisa le dijo: -¡Dios le bendiga Señor, muchas gracias! El hombre se quedó por unos instantes viendo cómo se alejaba empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta que llegaron a una humilde casa. Aquel joven ejecutivo aun no ha reparado la puerta de su auto. La mantuvo estropeada, para acordarse de que no necesitaba ir por la vida tan rápido, para la próxima vez que alguien lo necesite para algo, no tenga que lanzarle un adoquín .Dios normalmente nos avisa y previene susurrándonos en el alma y en el corazón, pero muchas veces parece que tiene que lanzarnos un adoquín para que prestemos atención. Podemos estar atentos al susurro de sus palabras; o recibir un adoquín cuando menos lo esperemos.
