Contacto

Amor de hermanos

06/09


 

El día que veas a tu hermano mal, ayúdalo, levántalo con tus brazos y no lo destruyas con la lengua. Quien señala las caídas de otros solo demuestran su propia falta de humanidad. Si lo ves derrotado, no critiques sus heridas ni sus errores, extiende tus manos, porque hoy puede ser él, pero mañana podrías ser tú; nadie está exento de tropezar en la vida y si solo usas tu boca para juzgar, qué te queda para construir. Ser hermano no es un título de sangre, es un acto de amor. Ayudarlo no te hace mas débil, al contario, te hace mas grande. Destruir con palabras es fácil, pero reconstruir un corazón roto es un acto de nobleza. ¿ De qué sirve la fuerza de tus palabras si sólo las usas para hundir? Usa tu lengua para levantar no para quebrar. ¿Quién serás cuando llegue el día en que seas tu quien necesite ayuda?

La palabra de Dios habla acerca del amor fraternal, el que debe existir entre los hermanos, el cual hace referencia a la lealtad, al respeto, la generosidad y el afecto desinteresado. En 1ª de Juan 4:21 dice: “Y este mandamiento tenemos de El: el que ama a Dios, ame también a su hermano.” Y este amor debe ser el mismo con el que fuimos amados por Dios; así como leemos en 1ª Juan 3:16 “En esto conocemos el amor: (de Dios) en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.”  Es muy común en estos tiempos ver relaciones rotas entre hermanos, por diferentes adversidades que tuvieron que atravesar en la vida; lo que no debemos olvidar es que UNO es el enemigo de la familia, del hombre en general: satanás el diablo. El desde la creación fue artífice esencial en la muerte de Abel en manos de su hermano Caín. La envidia, los celos, el sentirse desplazado, en fin, un sin número de razones pueden ser causa de división, conflictos no superados, pleitos eternos entre los hermanos; pero nunca fue la voluntad de Dios que esa división exista, porque él es amor. Dios vino para deshacer las obras del diablo, para vendar a los quebrantados de corazón, a sanar los heridos, y libertar a los oprimidos. Hoy está en nuestras manos querer que esto suceda acercándonos al trono de su Gracia.

Ver todas