La historia de Caramelo
28/08
Fue en Brasil, año 2.011: La lluvia no paraba, estaba todo inundado hasta los techos de las casas; y en medio de todo un caballo quedó atrapado en un techo durante cuatro días, sin agua, sin comida y sin nadie a la vista. Su imagen recorrió el mundo entero y la gente lo llamó Caramelo . Un animal atrapado, cansado, empapado y temblando de frio pero erguido, sin relinchar, desesperado pero sin tirarse al vacío, solo, resistiendo. Cuando por fin lo rescataron, millones de personas entendieron que Caramelo no era solo un caballo. Que la enseñanza no es que lo rescataron. La enseñanza es que nunca se quebró ni se victimizó relinchando en la espera. Caramelo era un espejo de muchas personas a las que la vida les puso pruebas muy difíciles, y aunque el mundo se derrumbe, demostraron que pueden seguir de pie. La historia de Caramelo nos habla de resiliencia, de perseverancia, de paciencia. La resiliencia, la perseverancia y la paciencia son tres cualidades distintas pero complementarias para el ÉXITO. La resiliencia es la capacidad de adaptarse y recuperarse de la adversidad, mientras que la perseverancia es la habilidad de mantenerse firme en un objetivo a pesar de los obstáculos. La resiliencia es hija de la FE, la capacidad de superar cualquier estado o situación adversa, confiados en el amor de Dios. El apóstol Pablo decía: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Ro. 8:38,39) La resiliencia te permite superar un revés, y la perseverancia te ayuda a no rendirte en el proceso para alcanzarlo. Por otra parte la paciencia, es afrontar retrasos, problemas o lento progreso con calma y serenidad, manteniendo una actitud de fe. La paciencia alimenta la perseverancia; y la perseverancia crea resiliencia. Sin paciencia, es fácil rendirse ante las dificultades; la paciencia permite continuar intentándolo y eso te hace perseverante. A medida que perseveras, se aprende de los desafíos y se desarrolla una mayor resiliencia para futuros obstáculos. Todas juntas llevan al ÉXITO.
