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Disciplina o motivación

28/08




¿Qué es la disciplina? Disciplina es la práctica de vivir, trabajar y actuar de manera ordenada, metódica y autocontrolada para alcanzar metas y objetivos. Los deportistas por ejemplo deben ser disciplinados si quieren alcanzar los objetivos que se proponen: ganar una competencia por ej. La disciplina te lleva a hacer las cosas aun cuando no tienen ganas de hacerlas, a tomar acción independientemente de cómo te sientas. La disciplina requiere autocontrol, que es la capacidad de mantener el enfoque en las tareas, controlando los impulsos incluso ante distracciones o dificultades. La disciplina te lleva a desarrollar hábitos, a través del compromiso y la autoconciencia, permitiendo mantener la constancia en actividades y proyectos. Y los hábitos te ayudan a alcanzar las metas u objetivos que te propongas.

¿Qué es la motivación? La motivación es el motor interno que impulsa a las personas a actuar, iniciar y mantener una conducta hacia el logro de objetivos o la simple satisfacción de necesidades.  Esa motivación puede nacer de intereses personales o de estímulos externos. Sea cual fuere, eso es lo que nos da la energía y la determinación para emprender una tarea y perseverar en ella. Cuando ese interés o ese estímulo desaparecen, también se va con ellos la motivación. La disciplina y la motivación no son lo mismo. La disciplina te lleva donde la motivación no llega, ya que no siempre vas a estar motivado y es por eso que tienes que aprender a ser disciplinado. No lograrás mucho si solo haces las cosas cuando te apetezca. La disciplina es la llave para crear tu mejor versión. Si eres capaz de hacerlo cuando no tienes ganas estarás un paso mas cerca de alcanzar la grandeza que llevas dentro.

El deseo de Dios es que seamos disciplinados para alcanzar la meta que es Cristo Jesús. En el libro de Hebreos 12:11 dice: “Y aunque toda disciplina al presente no parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después dá fruto de paz y de justicia a los que en ella son ejercitados.” Y en el libro de Job afirma: “Bienaventurado es el hombre a quien Dios corrige; No menosprecies, pues, la disciplina del Señor.” Reconoce pues en tu corazón que, así como un padre disciplina su hijo, también el Señor tu Dios te disciplina a ti, y no debes despreciar ni ofenderte por sus reprensiones, porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.

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