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Los prejuicios

14/07


 

Una madre soltera millonaria, ve a un camarero negro enseñándole a hablar a su hijo autista. Al instante se dirigió al maitre exigiéndole que apartara a ese camarero de su hijo. La voz de Vanesa Collins cortó el aire refinado del restaurante Elysium como una navaja.  Todas las cabezas se volvieron hacia la mesa mas cara del local donde la ejecutiva de 38 años conocida por su frialdad en los negocios y su fortuna amasada en el mercado inmobiliario, señalaba acusadoramente a Marcus, el camarero negro que se había arrodillado junto a su hijo Lucas. El niño de siete años que minutos antes estaba en plena crisis sensorial, gritando y golpeando la mesa con la cabeza, ahora permanecía quieto, mirando fijamente al camarero que dibujaba símbolos en una servilleta con extraordinaria calma. -¡Señora! El solo está ayudando al niño, intentó explicarle Pierre, el maitre con gotas de sudor formándose en su frente. -¡Marcus se especializa en comunicación alternativa!, dijo Pierre. _ No me importa qué titúlo haya falsificado (exclamó Vanessa) levantándose y ajustándose su impecable blazer. -¿Quién le ha dado permiso para tocar a mi hijo?, ¿Tienen idea de quién soy?. El restaurante se sumió en un silencio incómodo. En la mesa de al lado,la doctora Elizabeth Montgomery, una reconocida neuróloga y amiga íntima de Vanessa, bajó la cabeza fingiendo buscar algo en su bolso claramente avergonzada por la escena. Marcus permaneció impasible, con dignidad mientras se levantaba lentamente. -Le pido disculpas por la intromisión señora Collins. Su hijo estaba usando Ecolalia repitiendo números en secuencia para calmarse. Solo los escribi en la servileta para crear un ancla visual. Vanesa se quedó paralizada. ¿Cómo sabía ese camarero su nombre completo? Y ¿Cómo conocía términos técnicos sobre el trastorno de Lucas que ni siquiera ella, tras consultar a los especialistas mas caros del país, dominaba por completo? -¡Mamá, mira! La voz de Lucas surgió inesperadamente, a la vez que en el restaurante se produjo un gran silencio. Lucas no había pronunciado una palabra coherente en casi dos años. El niño señalaba la servilleta donde Marcus había dibujado una secuencia de números y símbolos: 7,6,5,4…es una cuenta atrás…me calma. Vanesa sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. Su hijo estaba hablando, formando frases completas, comunicándose. En ese momento apareció el gerente del restaurante Charles Westwood quien le pidió a Marcus en un tono de ira notorio, que lo acompañara a su oficina mientras que se disculpaba con la señora Collins por el incidente y prometía el castigo debido a su empleado. -No se moleste, contestó Marcus al gerente a la vez que se desabrochaba su uniforme. ¡Renuncio! Replicó. Algunos lugares no merecen lo mejor de nosotros. Y volviéndose a Lucas esbozó una sonrisa sincera. -Ha sido un placer conocerte, joven matemático. Para sorpresa de todos, Lucas extendió su mano buscando la de Marcus. Vanesa no había conseguido ni aun con los terapistas mas reconocidos lo que marcus había logrado en solo unos momentos con su hijo. No paraba de llorar emocionada por lo que había acontecido. No obstante esto, Marcus le extendió a Vanesa una tarjeta. La vergüenza por el escándalo que provocó y ahora el asombro se dibujaban en su rostro. La tarjeta decía: Marcus whashington, doctor en neurociencia conductual. Especialista en comunicación no verbal. Lo que nadie en ese restaurante podía imaginar es que ese día de humillación pública no era el final, sino el comienzo de un viaje que transformaría tres vidas para siempre.

Si Dios tuviera en cuenta nuestra condición humana, pecadora, jamás desperdiciaría su tiempo y su gran amor para con nosotros.¿o no hemos leído en su palabra “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.”? 1ª Corintios 1:27-29 Menos mal que nuestros parámetros no son los de Dios, ni nuestros caminos sus caminos ni nuestros pensamientos, sus pensamientos. 

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